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La magia de las cosas

3/29/2016

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Cuento ganador en la categoría juvenil del I Concurso de relato corto de OAN International

Cuadro
Acabo de llegar a casa después de haber estado jugando con mis amigos.

​Estoy especialmente contento ya que hoy mi padre ha encontrado un charco y por fin podremos tener algo de beber. Mientras mi madre prepara los granos de arroz para comer, me voy a mi cuarto. Al subirme a la cama veo que a mi lado está Armstrong y que estamos pasando por una enorme lluvia de meteoritos. Estamos en un momento crítico ya que una de esas enormes rocas ha golpeado en un alerón y los controles no paran de fallar. Mi compañero me deja a cargo de los mandos mientras el va a arreglar el problema técnico. La verdad, estoy algo nervioso ya que nunca había pilotado sin copiloto.

-¡Aguanta comandante, creo que ya he visto el problema!

-¡Lo intento!- respondo algo agobiado- ¡Pero es complicado esquivar tanta roca!

-¡No te preocupes, ya estoy casi acabando!

Me puse histérico al ver que un asteroide venía directo hacia nosotros, era demasiado grande para esquivarlo, pero con tranquilidad decidí intentarlo. Cogí los mandos bien fuerte y giré la nave en picado hacia abajo, al minuto la enderecé y con suerte habíamos conseguido quitarnos de encima ese gigantesco obstáculo.

-¡Jack, a comer!- dijo mi madre desde la entrada de mi cuarto.

Bajé corriendo de la cama y me fui a comer con mi familia. Al ver los cuencos con agua y las hojas de árbol con el arroz me emocioné mucho, ¡eso parecía un banquete de reyes! Después de haber comido quería seguir jugando en la cama pero unos amigos vinieron para ver si quería jugar con ellos.

Ya en el campo, nos montamos en las jirafas que los voluntarios que venían a ayudarnos, domesticaban. Empezamos a hacer carreras con ellas. Miré a mi derecha y vi a mi amigo Rodri que iba por detrás y a mi izquierda estaba Fernando Alonso con su Ferrari que intentaba adelantarme, yo apreté más a fondo el acelerador y conseguí ganarle un poco de ventaja, pero de repente vi a un león en mitad del circuito. Al principio me entró miedo ya que los leones eran peligrosos, pero me armé de coraje y apreté el botón con la opción de saltar. Conseguí esquivar al león igual que con el meteorito, hoy era mi día de racha. Gracias a ese salto conseguí ganar la carrera, Rodri quedó 2º y Fernando 3º. Había sido una carrera genial, pero los “coches” necesitaban descansar, y encima ya era hora de irse a dormir.

Cuando llegué a mi casa le di 15 besos a mi madre de buenas noches y otros 15 a mi padre, los quería demasiado y encima no sabía cómo agradecerles todo lo que habían hecho por mí.

Ya en mi cama me di cuenta de que no podía dormir, no sabía porque pero me resultaba imposible. Me giré ya que el trozo de tela que hacía de pared me aburría y vi en el suelo unas piedrecitas pequeñas, las cogí todas y las puse una detrás de otra formando una fila. Empecé a jugar con mi tren chu-chu, y la verdad es que fue muy divertido, los vaqueros que atacaron el tren se llevaron todo el oro de los pasajeros y se lo escondieron en su cueva secreta. El sheriff de la ciudad decidió ir a por los ladrones pero no encontró la cueva, estuvo buscando tres días y tres noches y no encontró nada. Al final un héroe aparecido del oeste con un caballo blanco les encontró y repartió todo el oro robado a los niños pobres de África que no tenían nada. Ese supuesto héroe se llamaba Jack, yo sería ese héroe el que daría a los pobres una vida mejor, pero primero tenía que conseguir la mía, empezando por dar a conocer la magia que tienen las cosas, simplemente con usar un poquito la imaginación.

Silvia Cervera García de Blanes
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Amarillo pálido y azul celeste

3/24/2016

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Cuento ganador en categoría infantil del I concurso de Relato Corto de OAN International.

Imagen
Desperté con las primeras luces del alba. Los rayos luminosos se colaban a través de la ventana e inundaban de luz toda la habitación con ese tono alegre característico del sol. Un nuevo día comenzaba en los mejores campos de trigo de todo Benín. Me incorporé sobre el lecho y dediqué unos minutos a observar la habitación. Las paredes parecían tener luz propia. Una vez en pie di unas vueltas por la estancia. Me sentía radiante… Cualquiera se habría extrañado si me hubiese visto. Pero lo cierto es que así era. Estaba feliz.

Mucha gente del norte, más allá de África, piensa que somos desafortunados y que todos nosotros somos infelices. Es cierto que no vivimos de la misma forma, que no poseemos los mismos avances tecnológicos, es cierto que muchos, al igual que yo,vivimos en casas hechas con barro, piedras y paja, que necesitamos ayuda muchas veces… Pero también es verdad que me encanta mi vida, que amo a mis cuatro hermanos, que adoro a mis padres y que tengo la suerte de poder ir a una escuela. Y, sobretodo, me siento muy orgullosa de tener a Tikka, mi cabra. La encontramos pisando y comiéndose nuestras cosechas hace año y medio. Mi padre se enfadó y casi arremetió contra ella. Y entonces fue cuando yo la cogí entre los brazos y pregunté si podíamos quedárnosla. “Ya somos muchos en casa, Mutala”, dijo mi madre. Y, justo en ese momento, mis hermanos empezaron a decir a coro: “Por favor, quedémonosla”. Éramos cinco contra dos. Ganamos limpiamente.

-¡Mutala, ven! -dijo Kalim, mi hermano mayor- He encontrado una cosa que te va a encantar… Corre.

-¡Ya voy! –grité desde la habitación, asomándome por la ventana.

Salí de casa fácilmente y fui corriendo a los campos, buscándolo, intrigada por descubrir que era aquello que me tenía preparado. Lo vi agachado entre la maleza junto a Rafiq, mi otro hermano mayor. Dudé un instante antes de adentrarme en el terreno.

-¿Qué pasa? –pregunté, agachándome junto a ellos.
Ambos señalaron al suelo, respondiendo a mi pregunta. Bajé la mirada hasta que mis ojos se toparon con un ser minúsculo. Una mariposa azul. Era preciosa. Los colores de sus alas contrastaban con el resto del paisaje, cuyo color principal era el amarillo pálido de los campos. Contemplarla era maravilloso. De repente me di cuenta de que no se movía. Estaba totalmente quieta. Nos temía.
-Alejémonos. Tiene miedo… -les dije, tirando de ellos hacia atrás.
No se resistieron. No dijeron una palabra. Estaban hipnotizados por su belleza. 
Sopló algo de viento que agitó las espigas de trigo. Ella se alarmó y decidió escapar por fin. Alzó el vuelo y ascendió hasta confundirse con el azul del firmamento. Estuvimos unos minutos en silencio haciéndonos a la idea de que se había ido.
-Kalim y yo queríamos atraparla para ti.
-No. Es mejor así. Está libre y vivirá lo que le quede de existencia. Hará felices a todos los niños que la vean. Quedárnosla sería como privarla de su libertad y prohibirle que haga sonreír a toda esa gente…
-Muy filosófico, hermanita. –dijo Kalim, en tono burlón- pero ahora toca ir al colegio. Coge tus cosas y llama a Malik. Te esperamos detrás, hoy nos lleva papá.

Eso hice. Malik se levantó de la cama haciendo un gran esfuerzo por despertarse y, una vez estuvo en pie, lo cogí a caballito y fui de nuevo junto con los demás. Él era el más pequeño de los hermanos, hasta que llegó Naim. Tiene seis años y es muy celoso con nuestro hermano menor. Cada vez que mi madre lo coge, Malik empieza a llorar desconsoladamente, como si le hubiesen traicionado. Por eso a veces se comporta como un niño pequeño para intentar dirigir nuestra atención hacia él. Con mis padres funciona, pero con Kalim, Rafiq y conmigo sus lloriqueos tienen un efecto completamente nulo.

Cuando los alcancé estaban todos subidos en el viejo tractor que conduce mi padre para arar el campo. En su momento nos costó una fortuna, pero de eso hace ya más de diez años, y ahora hay muchos modelos nuevos que lo superan con creces. Monté en el vehículo y senté a Malik sobre mis rodillas. Él se acomodó y apoyó la cabeza en mi hombro. Bostezó.

Cuadro
Los motores rugieron con fuerza y comenzamos la marcha. Estuvimos todo el
trayecto hablando, jugando y cantando. Todos menos Malik, que descansaba con los ojos entornados, usándome de almohada. Llegamos al colegio poco después.
-Vengo a recogeros a las cuatro, no os olvidéis.-dijo mi padre, por séptima vez.
Todos nos despedimos y entramos en nuestras respectivas aulas. Era una escuela pequeña, pero cumplía bien su papel. Había cinco habitaciones. La primera era para niños de entre tres y cinco años. La segunda era de entre seis y nueve. La tercera era entre diez y doce. Y la cuarta era entre trece y dieciséis. La quinta tenía cuatro letrinas, dos pilas de baño, una pastilla de jabón y dos urinarios en la pared. Busqué la puerta de la tercera habitación y cogí una bocanada de aire antes de girar el pomo y enfrentarme a un nuevo día. Todos los alumnos estaban en el suelo, escuchando a la maestra, que daba vueltas por la estancia y paseaba la mirada entre sus pupilos, intentando llamar su atención. Pero en aquel momento estaban más pendientes de mí. La profesora se percató de ello y me indicó con un gesto que me sentara. Asentí y obedecí.

-Muy bien, Mutala. Como iba diciendo, a partir de hoy tenéis a una persona más a la que podréis conocer. Vais a hacer un amigo que vive muy lejos. Fuera de Benín, más allá de África. Gracias a la ONG Aditea’s Project tenemos un ordenador con el cual podréis hablar con gente de otros lugares del mundo. Además, ellos os enviarán regalos todos los meses. ¿No os parece interesante?
-Sííí – corearon todos menos yo. Tenía mis dudas… Levanté la mano.
-Di, Mutala.
-¿Tenemos todos un padrino extranjero o hay que presentarse voluntario?
-Es voluntario, por supuesto.
-En ese caso, me ofrezco para ser la primera voluntaria.-dije firmemente.
-De acuerdo… -murmuró ella- El ordenador está en el aula uno. Allí Kashim te
explicará cómo lo has de usar y con quién vas a hablar.
-Gracias. –dije mientras me ponía en pie. A todos les extrañó ese cambio tan repentino, pero antes de que me pudieran ordenar volver a sentarme ya había desaparecido por la puerta.

Alcancé la sala y atravesé la puerta velozmente, sin fijarme en los niños que repetían en voz alta los números del uno al diez, una y otra vez, siguiendo las órdenes de su maestra. Tras una cortina, encajada en la esquina de la habitación, estaba Kashim, configurando el sistema operativo del ordenador. Carraspeé, haciéndome notar. Surtió el efecto esperado.

-¡Ah! Que sorpresa, Mutala. ¿A qué se debe tu visita? –me extrañó que no dedujese el motivo.
-Quiero usarlo – dije señalando el aparato, ilustrando mis palabras- Me interesa mucho el proyecto… Me gustaría ser la primera en probarlo. -Le mostré una de mis mejores sonrisas, sabiendo que no podría negarse.

Hubo una larga pausa. Parecía que lo estaba consultando consigo mismo.

-Está bien… - se apartó del monitor y me indicó con un gesto que ocupara su sitio.
-¡Bien! – exclamé en un tono de voz exagerado.

Estuve allí dos horas aprendiendo como se manejaba aquel extraño aparato. Una vez comprendí lo básico, Kashim me dijo el niño que me apadrinaba. Un tal Jorge Pérez. Que nombre tan peculiar… O eso me parecía a mí. Escribí mi primer mensaje y, tras releerlo varias veces y asegurarme de que todo estaba en orden, envié este correo:

“Querido Jorge: 

Mi nombre es Mutala. Tengo doce años y vivo con mis padres en los mejores campos de trigo de Benín, o eso pensamos mis hermanos y yo. Tengo muchas preguntas que hacerte… Y supongo que en tu caso será igual. ¡Gracias por apadrinarme, Jorge! ¿Qué edad tienes? ¿Dónde vives? 

Mutala”

Pasaban los días y nadie respondía. Cada vez más gente se presentaba voluntaria y disfrutaban de las conversaciones que mantenían con sus padrinos y madrinas virtuales. ¿Por qué yo no era correspondida? Me empecé a desilusionar… pensando que jamás contestaría. Pero al octavo día de espera obtuve una respuesta.

“Querida Mutala:

Como ya sabes, mi nombre es Jorge Pérez. Vivo en Castellón, España. Tengo trece años y a veces ayudo a mi padre trabajando en el mejor bar del barrio, o eso pensamos mi hermana y yo. También me gustaría hacerte muchísimas preguntas. Es increíble poder compartir este tipo de experiencias. Estoy encantado de haberte apadrinado. Espero que ambos aprendamos el uno del otro. Y una pregunta que me gustaría hacerte es… ¿Cuál es tu color favorito?
​
Jorge”

“El azul”, escribí, recordando a la mariposa.

Jorge recibió el mensaje y, justo en ese momento, un insecto de porte majestuoso llamó su atención. Era ella.

Aditea
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La importancia de la cooperación con los actores locales

3/2/2016

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ImagenVoluntarios de OAN International reunidos con el delegado de Suya y otros locales.
Mañanas calurosas del mes de julio y de agosto. Después de ir a la panadería a comprar pan para desayunar (¡muy bueno, por cierto!) el equipo de investigación de OAN se dividía para recorrer la comuna de Nikki según el planning diario. Nos montábamos en el coche (con nuestros queridísimos Hafiz y Mateo) y comenzaba nuestra andadura con los ojos bien abiertos.

Aún en Nikki, uno sonríe al ver el movimiento en el mercado y en las calles: la vida fuera de casa desde que sale el sol o cómo aprovechar cada momento de luz. Ya en la carretera disfrutamos de un paisaje verde y frondoso hasta llegar a nuestro destino, donde comenzaban nuestras entrevistas, con Hafiz  y Mateo de traductores. El idioma es la única barrera que uno se encontraba ya que aunque el francés es idioma oficial en Benín, en esta región se habla normalmente en bariba.

El equipo de investigación solía, en primer lugar, presentarse al chief de arrondisement y al delegado del pueblo en cuestión. Estaban encantados de responder a nuestras preguntas sobre la situación de recursos (como el agua y la electricidad) e infraestructuras, el acceso a educación y sanidad, las actividades económicas de la gente, la realidad de los jóvenes y de las mujeres y los problemas y retos del pueblo y del arrondisement.

Los miembros del equipo solíamos dividirnos después para entrevistar a familias (que nos solían invitar a sus casas) y visitar los pozos del pueblo, donde entrevistábamos a sus encargados además de a los vecinos que allí se encontrasen. En la mayoría de los pueblos a los que acudíamos teníamos la suerte de entrevistar a representantes de las asociaciones de mujeres. Nuestro día a día no era los ojos curiosos de gente joven, sino la observación cotidiana de problemas específicos para comprenderlos.

Los días eran intensos, aprovechando muchísimo el tiempo para conocer, conversar y escuchar a los vecinos, con papel en mano para realizar nuestra investigación. Esa es la gran recompensa al cansancio acumulado, que además define la filosofía de OAN: el enfoque a la población local para colaborar con su desarrollo, hacer poderosos y fuertes a los habitantes de Nikki a través de un diálogo cuyo epicentro es el deseo de la comunidad local de ser actores de su propio cambio. Una de las cosas que más admiro de OAN es su apoyo y contacto continuo con asociaciones y ONG’s locales. Esa colaboración define lo que deberían ser las bases de la cooperación: una coordinación que maximice esfuerzos y permita expresar las ideas y necesidades de la población local.​




Los retos actuales en materia de cooperación se definen en la agenda 2030, una renovación de objetivos tras llegar 2015, año en el que los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) alcanzaban su fecha límite. El compromiso de la Unión Europea con la cooperación se visibilizó entonces a través de la iniciativa “2015: Año Europeo del Desarrollo”. Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) responden a materias más amplias que buscan cumplirse para 2030: fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminante, trabajo decente y crecimiento económico, industria, innovación y cultura, reducción de las desigualdades, ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumo responsables, acción por el clima, vida submarina, vida de ecosistemas terrestres, paz, justicia e instituciones sólidas y alianzas para lograr los objetivos.

En ese sentido la Unión Europea juega un papel fundamental, teniendo que en cuenta que sus instituciones y sus estados miembros encabezaron el ranking de ayuda al desarrollo en 2014, aumentando las cifras por segundo año consecutivo con una aportación de un 2.4% más que el año anterior. Tal aportación supone un 0,42 % de la renta nacional bruta (RNB) de la UE, muy lejos del 0.7% al que los estados miembros se comprometieron a alcanzar para el año 2015 en 2005.

Por su parte, puede decirse que España ayuda mejor: AECID ha reducido su amplitud geográfica, centrándose en un número reducido de países y sectores a través de Marcos de Asociación País para garantizar más eficiencia en el uso de los recursos, en consonancia con la Alianza de Busán para una cooperación eficaz al desarrollo (2011).  OAN participa de esta visión al entender que las propuestas de desarrollo sólo pueden tener éxito si son incluyentes y mantienen a los actores locales como protagonistas de su cambio, sin ser prisioneros de la ambición y de la prisa, de querer conseguir todo aquí y ahora.

El informe Doing Business 2016, elaborado por el Grupo Banco Mundial a fin de medir la regulación de los países en la actividad empresarial, situó a Benín entre las diez economías que más mejoraron en el periodo 2014-2015, destacando sus reformas a la hora de comenzar un negocio, obtener permisos de construcción y en materia de comercio transfronterizo. Benín continúa de esta forma invirtiendo en facilidades que puedan derivar en un progreso del sector privado local, una perspectiva desde la que OAN está comenzando a trabajar tras años de investigación en el terreno con el objetivo de realizar proyectos que mejoren la situación de las familias y aumenten su autonomía.

Marta Sánchez Martínez de Irujo

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